Érase una vez un molinero y una molinera, muy buenos que ayudaban
a todas las personas que se lo pedían, pero su felicidad no estaba
completa porque no tenían hijos y su mayor deseo era tener, sobre
todo, una niña, a quien dar su amor y su cariño.
Un día, el
marido quería darle una sorpresa a su mujer, y mientras ella fue a
misa cogió la harina más buena y blanca que tenía, hizo con ella
una masa, y de esa masa moldeó de tamaño natural a una niña.
La
coció en el horno y vistiéndola con la ropa de una sobrina, la puso
en el balcón de su casa. Un hada que pasaba por allí vio a la niña
de pan en el balcón, y acordándose de la tristeza de los molineros,
y de que eran gente muy buena y caritativa, hizo un hechizo mágico y
le dio vida a la niña, aunque le dijo: -No podrás hablar, sino0 te
lo piden, "Por el sol, la luna y las estrellas"
Volvía
la molinera de misa y a lo lejos vio en el balcón de su casa a una
linda niña que estaba sentada, mirando los pájaros y las flores.
Corrió en su busca y la abrazó diciendo: -Dios se ha acordado de
nosotros y nos ha dado una hija.
Desde entonces, el matrimonio
tenía todo lo que podía desear, y así los tres se ayudaban para
tener más obras de caridad.
Frente al molino, había un
palacio con grandes jardines y en el, un príncipe. Al lado, vivía
en otro palacete más pequeño una niña que no era fea, pero su
carácter frío, agrio y malhumorado, la hacía fea.
Todos los
días el pequeño príncipe y la molinera jugaban juntos en los
jardines del palacio.
Con el paso del tiempo se hicieron
mayores, la molinera se convirtió en una chica de gran belleza en
carácter y dulzura aunque no hablaba.
El príncipe estaba
secretamente enamorado de ella, pero clara, no podía hablar y esto
si que era impedimento.
Con motivo de su cumpleaños, los reyes
organizaron una fiesta, y a ella, invitaron a muchas chicas para que
el príncipe escogiera esposa. Blanca Rosa, que así se llamaba la
molinera, indicó al príncipe Juan que la siguiera y llevándolo
hasta el molino, le dijo que se sentara, la molinera se puso en el
centro de la habitación, y con un dedo señaló la leña , esta se
puso de pie y se metió sola en el horno y cuando estaba encendido se
remangó el vestido y se metió en él.
El príncipe asustado
la llamaba, y entonces, Blanca Rosa, salió del horno como si tal
cosa, llevando entre sus manos una bandeja de plata con dos hermosos
pescados y se los ofreció a Juan, el cual salió del palacio
corriendo y gritando: -¡Milagro, milagro!
Explicó lo sucedido a
sus padres los reyes, y la vecina al escucharlo dijo: -Pues si esa
pobre molinera ha hecho este prodigio, yo que soy más rica y
poderosa lo podré hacer mejor, y diciendo, se puso en el centro y
mandó a la leña que se metiera en el horno, pero esta no se movió,
así que tubo que meterla ella, rompiéndose el vestido.
El
príncipe estaba muy triste porque no hablaba con Blanca Rosa y se
pasaba las noches mirando las estrellas. Al cabo del tiempo, la
molinera llamó a Juan y haciendo como la vez anterior, se metió en
el horno y salió esta vez, con un rico pastel.
La vecina
dijo: -Esta vez si que lo puedo hacer, y se metió en el horno, así
que la molinera entró por ella sacándola y salvándole la vida.
El príncipe Juan tenía que escoger esposa, y muy triste,
salió al jardín y comenzó a llorar. Entonces, de una de sus
lágrimas cayó una pequeña violeta y de ella salió un hada. Cuando
el hada lo vio tan triste se apiadó de él y le contó el
secreto.
Juan corrió hasta el molino y le dijo a Rosa Blanca:
-Te pido que hables por el sol, la luna y las estrellas.
Blanca
Rosa por fin pudo hablar, se hicieron novios y se casaron, fueron muy
felices y comieron perdices...
Aquí está mi pequeña
historia tal y como yo la tenía en mi cabeza y así os la he
contado......
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